Resulta interesante repasar la historia de Fantomas, quien es representado como un héroe justiciero, con preocupaciones intelectuales y de corte revolucionario, enfrentado contra las grandes multinacionales, en profética anticipación de esta era globalizada, en donde se pierde el sabor local tradicional, por el ambiente igual, uniforme, incoloro e inoloro –por así manifestarlo-.
Fantomas es la figura protagonista, es ese individuo del cual ignoramos su rostro, pero no es el “héroe”, por el contrario, es el villano de la historia, un criminal refinado e intelectual, que por su astucia, elegancia y toque misterioso despierta admiración, se trataría de lo más cercano al "antihéroe"; su objetivo al delinquir, al parecer es su forma de existencia, rechazando las reglas de la sociedad.
Resalta el observar que el personaje de Julio Cortázar al echar un vistazo en Internet, trascendió las obras artísticas, literarias o cinematográficas, que se verían como simple explicación de sus perversas acciones, hasta el punto de conformarse una "sociedad de amigos de Fantomas", integrada por un selecto grupo de intelectuales.
Se trata de una figura, rodeada de las mismas características de un Julio Scherer visitando y entrevistando a su vez a Ismael “el Mayo” Zambada García – buscadísimo narcotraficante y archirrival de las instituciones gubernamentales-, por ejemplo, que a pesar de su naturaleza repulsiva proyecta un espíritu romántico, y sobre todo, genera controversia.
En qué momento, cambió la personalidad de Fantomas, de ser malévolo a justiciero social? Personalmente ignoro cuando se produjo esta transformación, o esta reivindicación política del individuo. Pero sin duda, es una buena excusa para leer esa pequeña obra magistral de Julio Cortázar, la cual es más trascendente de lo que aparenta y menos densa de lo que sugiere.
lunes, 12 de abril de 2010
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Aclaración.
ResponderEliminarFantomas no es una creación de Julio Cortázar sino de Marcel Allain y Pierre Souvestre en la primera década de siglo XX.
Sin embargo, creo que Cortázar pudo haberlo descrito como un cronópio bípedo e implume.